06 enero, 2014

Profundizando en la música

Vamos a empezar el año con algo de música. ¡Feliz año a todos!



¿Nunca había tenido necesidad de profundizar en mi mundo? Por supuesto que no. Sólo éramos humanos. En pocos de nosotros había verdadero sentimiento. La mayoría se limitaba en hacer cosas viles, maltratando e hiriendo a las personas que les rodeaban o creando herramientas para matarse a sí mismos. Él me enseñó un mundo muchísimo más allá.

 Con cada nota, los sentimientos hacia su patria se incrementaban. Había mucho amor dirigido a gente que yo nunca conocería. Familiares tan distintos entre sí que jamás se comprenderían. Mascotas suaves y cariñosas. Amores de instituto que se quedaron atrás. No era un canto a alguien, era a todo su mundo en sí, un mundo de sensaciones dentro de sensaciones. Un sol muy brillante, una lluvia muy mojada y una risa muy cantarina. No era un epíteto. Era una nueva cualidad asombraste que había adquirido cada palabra.

Cuando acabó y pregunto por mi opinión, no contesté. No podía, atravesada como estaba por el sentimiento de conocer, y a la vez no conocer, un mundo que él me había transmitido. Notaba todo su dolor, toda su pérdida, todo su amor, su esperanza y su añoranza. Sólo quería devolverle esa felicidad... Y, aunque me costaba admitirlo, estaba un poco celosa porque sólo se la pudiera dar su mundo y no yo.

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