29 marzo, 2014

Adiós (a LW)



Hasta ahora, no había tenido la valentía de sentarme y escribir esto, y menos a vosotros. Aún así, sé que merecéis una explicación y un adiós lo más explícito posible, por ser quien sois y porque os quiero y os respeto. Sin más preámbulos, lo diré: cerraré el foro en unos meses. Ha sido un tiempo muy feliz para mí y por eso ha sido una decisión difícil, pero ahora que ya me he mentalizado, me siento mucho más tranquila. Ahora mismo, no puedo enfrentarme con seguir con el foro. Empiezo una etapa muy importante en mi vida y no puedo permitirme distraerme.



Le he dado muchas vueltas, tal vez demasiadas, y he sufrido mucho con esta decisión. Yo he creado el foro, le he dado vida, le he mimado y consentido como una madre primeriza. Vosotros, lo habéis visto crecer, madurar y evolucionar. Habéis participado en el número final de mensajes publicados (¡muy cerca de los 5.ooo!) y habéis creado con toda vuestra ilusión y esfuerzo, unos personajes extraordinarios de los que no puedo evitar enorgullecerme, y detrás de los cuales hay unos usuarios que esconden personas maravillosas (48 personas maravillosas, de hecho). Poco a poco, le habéis transmitido soplidos de vida y lo habéis hecho ÚNICO, algo que yo no hubiera conseguido sola. Todo el mundo (insisto, todos) habéis contribuido a hacer este proyecto. 




Yo solo he puesto el lienzo. Vosotros, pincelada por pincelada y con infinita paciencia, lo habéis hecho ser lo que es. Algunos sois tan luminosos que conseguisteis bañar el cuadro con luminosidad y alegría (Kaethe, Rosalya, las diferentes Cyinderes); otros habéis contribuido con tonalidades oscuras que lo llenaban de misterio (Senära, Aurige); hay gente que ha pasado por aquí como un huracán y ha dejado purpurina e ilusión (Glimmer, Niela); otros han cogido el pincel para dar pinceladas inciertas y cambiantes que nos han confundido a todos (Myer, Samantha); y hay quien nos ha alegrado gracias a una excepcional dulzura (Rollan, Giselle, Laila); ha habido también personas que han pintado con tonalidades violáceos cargados de inteligencia (Nimphia, Mistra); otras nos han hecho reír (Sallomon, Daniel, Oriana); personas con casi timidez han pasado por aquí con impresionante sencillez para dejar su huella de color en el lienzo (Alae, Sehren, Shiza); otros, justo lo contrario, han impresionado por una complejidad interior imponente (Esmeralda, Bella); hay quien nos ha entretenido (Unicornio B, Escarlata); y hay quien nos ha enamorado (Nathan, Gienath).



Y al final, hemos creado un cuadro que, a mis ojos, es tan extraordinario que duele colgarlo en una pared para no volver a mojar el pincel y seguir pintándolo.



No puedo dejaros sin más, irme un día y no volver a dejarme ver, ¿comprendéis? Tampoco puedo abandonarlo a su suerte, por eso creo que necesitaba decirlo con palabras claras y hacer una despedida formal, por ser vosotros y por ser una etapa que cierro de mi vida. No voy a borrarlo de la red, porque me parece destruir un mundo al que tengo cariño y el homicidio de unos personajes a los que quiero. No, lo dejaré como archivo para todas esas personas que quieran descubrir algo más sobre Laila Winter y Ïalanthilian. Por eso, voy a dejarnos unos meses para despedirnos debidamente. Casi dos años no se destruyen en un día, ¿a que no? 



No tengo decidido cuál será la fecha exacta, pero os daré todo el tiempo que necesitéis para dejar todo archivado. Gracias, muchísimas gracias por casi dos años inolvidables.


19 marzo, 2014

Creía que era indestructible.

   Creía que era indestructible, hasta que me rompí en mil pedazos. Lo peor es que no me di cuenta, a pesar de estar distribuida por la alfombra, deshecha y sin saber cómo volver a juntar las piezas del puzzle. Tampoco noté la pesada piedra, más fría que el hielo, que se depositaba en mi corazón y como un mazo me aplastaba hasta que mi ser se reducía a nada.

   Y a pesar de ser "nada", "todo" seguía doliendo. Seguía llorando y seguía rompiéndome en más pedazos cada vez que el mazo volvía. Seguía levantándome otra vez y regresando al punto cada vez más y más bajo y más y más profundo, hasta que me di cuenta de que no podría salir de nuevo a la superficie.


   Pero entonces llegaste. Me tendiste la mano, me abrazaste, recogiste todo los pedazos con inmenso cariño y los encajaste poco a poco, pieza por pieza. Volví a ser yo: mis ojos, mi nariz, mi boca, mis manos, mi alma. Mi corazón lleno de cicatrices que ahora me hacen más fuerte, pero aún así, completo otra vez.